Hace apenas un par de décadas, la mayoría de usuarios que presumían de tener buenas conexiones a Internet utilizaban programas P2P para descargar archivos. Este tipo de software permitía a los usuarios compartir desde películas a música, pasando por videojuegos, de manera totalmente privada y gratuita. Algo que, desde luego, no gustó para nada a la industria del entretenimiento, puesto que suponía un claro desagravio para sus ganancias. Si la gente pirateaba los discos, si se descargaba las películas en lugar de verlas en el cine, si no pagaba por el último videojuego que tantos millones había costado… ¿cómo iba a mantenerse la industria? Los pleitos por derechos de autor contra las principales páginas de enlaces dieron la vuelta al mundo. Sin embargo, la población no estaba tan de acuerdo con esos millonarios actores, cantantes y productores. Les estaban quitando la posibilidad de disfrutar gratis de la cultura, algo demasiado suculento.
Mientras la mayoría peleaba entre sí por conseguir llevarse el gato al agua, algunas startups decidieron dar un paso al frente, en busca de una revolución del sector. La gente estaría dispuesta a pagar si ofrecían un contenido de calidad, y sobre todo, rápido y accesible. Parecía una locura, pero funcionó. La llegada de Spotify terminó para siempre con la piratería a nivel masivo. Steam abrió un nuevo mundo a los jugadores y a los propios desarrolladores de videojuegos, ofreciendo un universo de diversión a precios módicos. Y Netflix logró convencer a millones de usuarios para pagar una pequeña suscripción a cambio de un catálogo de calidad siempre disponible. Hoy casi nadie visita las páginas de enlaces que, por otra parte, están prohibidas en muchos países. La industria ha ganado… o eso parece. Porque ya se ven ciertos signos de desgaste, especialmente en aquellas que no hacen más que tensar la cuerda a base de subir las tarifas. En el mundo del porno, sin embargo, la revolución está más viva que nunca. Después de dos décadas donde el contenido explícito gratuito se ha convertido en el rey de Internet, una plataforma está cambiando las reglas del juego. Este es el sorprendente caso de Onlyfans, la última gran revolución del porno.
La revolución del porno 2.0
El porno ha ido evolucionando desde su creación como industria real y firme, en los años 60. Antes de eso, la pornografía era simplemente un género marginado, perseguido en muchas ocasiones. La eclosión del amor libre y el sexo fuera del tabú hizo que el porno se afianzara como algo interesante a finales de aquella década tan convulsa, erigiéndose como un gran negocio en los años 70. De esos que daban mucho dinero.
La industria se profesionalizó en aquellos años, pero ha tenido que pasar por todos los cambios tecnológicos que han sobrevenido desde entonces. El formato ha pasado del videocasete al DVD y posteriormente al digital en Internet. La red se ha convertido en el mejor aliado del porno, pero la industria ha necesitado también adaptarse a la manera de consumir de los internautas. Y Onlyfans es la prueba perfecta de que lo ha conseguido con creces.
El diseño de la web, todo un acierto
La idea correcta, en el momento adecuado, puede cambiar el mundo. Tal vez el porno no sea lo más importante que hay en el planeta, aunque revisando las búsquedas más habituales uno ya no sabe qué pensar. Pero el caso es que una idea revolucionaria puede hacer que un negocio entero se vuelva a levantar, o mute de forma que pueda seguir expandiéndose durante mucho más tiempo. Onlyfans surge en 2016, como una alternativo a las plataformas de micromecenazgo que dando estaban dando que hablar en ese momento, como Patreon. Casi desde el primer instante, Onlyfans se llena de creadores de contenido, solo que estos tenían un denominador común muy especial: subían contenido erótico o incluso explícito, que no se les permitía colgar en otras plataformas o redes sociales.
Gracias al aluvión de creadores que llegaron a la web, Onlyfans se convirtió poco a poco en un sitio de referencia para el contenido erótico y pornográfico. El salto definitivo llegó en el año 2020, con la pandemia y el confinamiento, cuando el consumo de pornografía aumentó de manera considerable en todo el mundo. Pero los usuarios ya tenían acceso a todo el porno que querían de forma gratuita. ¿Por qué iban a pagar una suscripción a una cuenta de una creadora erótica? Para tener contenido exclusivo de esa chica, algo a lo que no todos podían acceder. La simplicidad de la página, totalmente limpia y sin publicidad que nos distraiga, es también un punto muy a favor de esta plataforma.
El contenido que los usuarios desean
Como se suele decir, en Internet el contenido es el rey. Podemos mejorar la manera de grabar nuestros vídeos, publicitarlos con agresivas campañas pagadas, pero si el contenido no es bueno, nuestras expectativas se quedarán en nada. Los usuarios no dudan en pagar por aquello que consideran como contenido de calidad, especialmente si es exclusivo. Tener algo que los demás no tienen nos da cierta notoriedad que nos encanta. Por eso, Onlyfans ha conseguido conectar de una manera tan clara con las dos partes del negocio: la de los creadores y la del público. Al fin y al cabo, la plataforma funciona simplemente como escaparate, como mero intermediario. Y eso también se denota a la hora de los ingresos, ya que sus comisiones no son demasiado altas, pero atraen a muchos creadores.
El contenido principal de Onlyfans es erótico y explícito. De hecho, cuando la plataforma insinuó que borraría todo ese contenido “inapropiado” hace algo más de un año, sus propios creadores y usuarios se rebelaron. En Onlyfans saben que lo que vende es el sexo, y por eso han abierto las puertas a este tipo de contenido. Encontramos a celebridades que venden sus fotos más íntimas, pero también a actrices porno que han hallado aquí un maravilloso filón extra a su trabajo. Pero las que realmente destacan son esas jóvenes anónimas que, tal vez convertidas en influencers de la noche a la mañana, ofrecen un contenido amateur que desborda las expectativas de los usuarios.
La sensualidad de las chicas corrientes
Uno de los mayores aciertos de Onlyfans es haber permitido convertir a chicas corrientes en auténticas profesionales del sexo. Jóvenes que saben aprovechar sus encantos, y que no dudan en vender todo el contenido posible, a precios desorbitados a veces, para ganar miles de dólares al mes. Algunas de estas chicas ya tenían experiencia como modelos, peor otras simplemente abrieron una cuenta desde casa y se sacan fotos con el celular para subirlas.
Con este trabajo, y con el esfuerzo de hacerse promoción y conseguir una comunidad amplia y fiel, una chica puede llegar a ganar más de seis cifras al año. Una alternativa que muchas no han dudado en aprovechar, especialmente en países donde el resto de trabajos están verdaderamente mal pagados, sobre todo si lo comparamos con subir este contenido a Internet.